¿Por qué fallan las dietas?
Por: Dra Liliana Papalia
A pesar de que en el corto plazo las dietas muy bajas en calorías parecen ser efectivas, los trabajos de investigación muestran que en la gran mayoría de los pacientes evaluados después de un año no se registran beneficios. Es claro que después de un siglo de utilizar dietas de muy bajo valor calórico como tratamiento las mismas no han logrado revertir el crecimiento incesante de la proporción de individuos con sobrepeso y obesidad. Adicionalmente son numerosas las evidencias que muestran los riesgos para la salud en general que acarrea la utilización crónica de las dietas, además, claro, de la sensación de fracaso permanente.
¿Por qué se utilizan entonces?
En primer lugar desde el punto de vista fisiológico, reducir las calorías ingeridas para lograr un balance calórico negativo (lo que llamamos una dieta restrictiva) y de esta forma reducir el peso es, a primera vista, la estrategia más lógica de abordaje de un cuadro de sobrepeso y obesidad. Incluso es muy posible que en las primeras semanas la dieta sea efectiva y genere el efecto deseado en el peso del paciente. También suele ser la estrategia más fácil ya que no requiere una educación del paciente y en muchos casos ni siquiera la evaluación de sus antecedentes o sus características particulares.
¿Cuáles son los problemas que las hacen fallar?
Lo que habitualmente no se informa al paciente es que una dieta extremadamente restrictiva está indicada para ser utilizada durante 12 semanas cómo máximo como tratamiento del sobrepeso. Y que su uso prolongado o crónico no solo desencadena mecanismos adaptativos que van disminuyendo su efectividad sino que puede generar efectos adversos tan severos como gota aguda y psicosis entre muchos otros. A su vez, el descenso de peso veloz que no se acompaña de ejercicio físico incrementa peligrosamente la pérdida de masa muscular.
Sin educar al paciente en su elección alimentaria, luego de finalizada la dieta quedará a merced de la publicidad y la conveniencia de una industria que le ofrecerá mayormente alimentos rápidos, industrialmente elaborados, ricos en hidratos de carbono refinados, con gran aporte de grasas saturadas o hidrogenadas y pobre selección de fibras, verduras y frutas. El control de cómo y que se come se dificultará al no enseñarse a los individuos a controlar el estrés y las distracciones que bloquean los mecanismos que posee el organismo para darse cuenta de cuanto se está comiendo, y de definir el momento de cuando parar, el momento en que está saciado.
Hay más razones por las cuales fallan estas dietas y hay que buscarlas en el aspecto psicológico. Comer es también activar mecanismos de placer, es también compartir y disfrutar con otros. Todo esto se cercena durante la dieta generando una sensación de disconformidad y aislamiento.
Lee sobre los nuevos enfoques que revierten este fracaso de las dietas tradicionales.
O continuá en la sección Material de Interés.